Tras los acontecimientos que se sucedieron tras el Gran Cataclismo, los elfos fueron buscando un hogar donde establecerse. Pero no todos los elfos estaban de acuerdo en el camino a seguir. Mientras unos decidieron abandonar la magia y seguir el druidismo, otros echaban de menos el poder del Pozo de la Eternidad.
Vamos a ver un poco más sobre la historia de los elfos, en concreto, qué fue de los Elfos nobles.
Introducción
Hoy en día son conocidos como Elfos nobles en World of Warcraft, pero en Warcraft 3 los conocemos como los Altos elfos mientras que en el Lore se les conoce como los Quel’dorei – «Bien nacidos» tanto en Darnassiano como en Thalassiano. Estos elfos nobles son descendientes de los Altonatos que abandonaron Kalimdor y más tarde fundaron Quel’Thalas en los Reinos del Este.
Se unieron a la Alianza durante la Segunda Guerra y en las Guerras Trol. Durante la Tercera Guerra muchos fueron masacrados por Arthas. De los que sobrevivieron, el 90% se convirtieron en lo que conocemos como Elfos de Sangre, en recuerdo de su linaje.
Los elfos nobles son los descendientes de los Altonatos, aquellos elfos que sirvieron a la Reina Azshara en los tiempos del Pozo de la Eternidad. Los Kaldorei consideran que la adicción que los Quel’dorei tienen de practicar las artes arcanas es imprudente. La brecha que separa a los Quel’dorei y los Kaldorei es tan antigua que ningún tipo de diplomacia u ofrenda de paz puede aliviar las heridas de la historia. La arrogancia de los Altonatos provocó la Guerra de los Ancestros, y el declive de la época dorada de la civilización élfica. Mediante el imprudente uso de la magia arcana, los elfos nobles permitieron a la oscuridad infiltrarse en el mundo y corromper Azeroth. Sus descendientes futuros se enfrentan en la actualidad contra el legado que les dejaron.
El exilio de los Altonato
La semana pasada hablamos del exilio de los Elfos Nobles. En los escritos se habla que tras la Guerra de los Ancestros, donde la Legión Ardiente intentó por primera vez conquistar Azeroth, la destrucción del Pozo de la Eternidad y el Gran Cataclismo, los elfos de la noche decidieron abandonar la magia por lo destructora que podía ser, y abrazar así al druidismo.
Poco a poco según fueron pasando los siglos, la sociedad de los elfos de la noche se hizo fuerte y se expandió por el bosque de Vallefresno. Los elfos de la noche disfrutaron de la paz y tranquilidad bajo el liderazgo druida.
Pero había nobles que habían sobrevivido a la Caída que se empezaron a impacientar. Fueron víctimas de la abstinencia por la pérdida de su magia y fueron tentados a reabrir las energías del Pozo de la Eternidad. Dath’Remar, líder de los nobles, se empezaba a burlar de los druidas en público y les insultaba llamándoles cobardes porque se negaban a usar la magia que les pertenecía por derecho. Malfurion no toleraba este tipo de comentarios y les advirtió que cualquier intento de uso de la magia sería castigado con la muerte. Dath’Remar y sus seguidores causaron una tempestad sobre Vallefresno en un intento de convocar a los druidas de revocar su ley.
Los druidas, al no estar dispuestos a matar a tantos de los suyos, decidieron exiliar a los nobles de sus tierras. Dath’Remar y sus seguidores prepararon unos barcos y se hicieron a la mar felices por abandonar a los druidas. No sabían qué les esperaba más allá de la Vorágine, pero querían un hogar donde practicar su codiciada magia sin ningún tipo de miramientos. Llegaron a nuevas tierras y planearon construir su propio reino mágico llamado Quel’Thalas. Abandonaron a la diosa Elune y a realizar todas sus actividades por la noche y pasaron a llamarse Elfos nobles.
La fundación de Quel’Thalas
El primer asentamiento de los seguidores de Dath’Remar fue Tirisfal en las tierras de Lordaeron. Pero a los pocos años, muchos comenzaron a volverse locos en aquel lugar. La única explicación que vieron fue que algo maligno dormía bajo esas tierras. Así que abandonaron la región y se dirigieron al norte.
Durante estos tiempos muchos perecieron. Ya no eran inmortales y no disfrutaban de las energías del Pozo de la Eternidad.
Conocieron a los humanos primitivos y desarrollaron enemistad con los Amani, los trolls de Zul’Aman. Estos trolls controlaban la mayor parte de los territorios del norte de Lordaeron. Finalmente llegaron a una región que les recordaba mucho a su antaño hogar. Expulsaron a los troles y fundaron el reino de Quel’Thalas. Este lugar tenía restos de una ciudad que los trolls consideraban sagrada, por lo que desembocó en hostilidades con sucesivos ataques a los que los elfos respondían con magia.
Los elfos crearon una fuente de poder mística usando un vial de agua sagrada que robaron del primer Pozo de la Eternidad integrada con las energías que se hallaban en Quel’Thalas, y llamaron a esta fuente la Fuente del Sol. Esta fuente alimentaba y fortalecía a los Quel’dorei. Se creó la ciudad de Lunargenta y con las fuerzas del nuevo pozo crearon un encantamiento para que su bosque estuviera siempre en una primavera eterna.
Crearon una barrera protectora alrededor de Quel’Thalas para evitar que el uso excesivo de la magia llamara la atención de la Legión Ardiente, que consistía en una serie de monolitos rúnicos que salvaguardaban las puertas de entrada.
Arathor y las Guerras Trol
Pero la tranquilidad no iba a durar para siempre. Los Amani planeaban una invasión y comenzaron las Guerras Trol.
A pesar de dominar la magia, los elfos sufrieron constantes derrotas debido a que los trolls hacían constantes emboscadas y poco o nada sabían hacer cuerpo a cuerpo. Así que acudieron a pedir ayuda a los humanos de Arathor, que instruyeron a los elfos. Así, mientras los humanos enseñaron a los elfos en el arte de la lucha cuerpo a cuerpo, los elfos enseñaron a los humanos los secretos de la magia arcana. Formaron un ejército que aplastó a los Amani. A partir de entonces se selló una alianza entre los humanos y los elfos nobles.
También entraron en contacto con los enanos de Khaz Modan en el sur, así como con los reinos humanos de Gilneas y Alterac. El trato con los enanos era correcto debido a que pertenecían todos a la Alianza, mientras que con los humanos las relaciones fueron buenas.
Tras la Guerra de los Tres Martillos que enfrentó a los enanos entre sí, el clan principal se dividió en tres facciones. Los Martillo Salvaje, que marcharon hacia el norte, estableció relaciones comerciales con los elfos nobles, y el respeto por la naturaleza y otros aspectos culturales parecidos hicieron que los lazos entre ambos se estrecharon.
La Caída de Quel’Thalas
Durante la Primera Guerra los elfos nobles no tuvieron una gran presencia. Un destacamento ayudó a los humanos cuando la Horda de los Orcos atacó Ventormenta, pero no fue un ejército significativo.
Tras la reapertura del Portal Oscuro (WC2) llegaron de Draenor otras razas hostiles como los ogros que se aliaron con los goblin y los trolls. Con esta alianza se desplazaron hacia Quel’Thalas.
Los humanos fueron derrotados en Ventormenta y expulsados, y exiliados en el norte. Los enanos también mandaron emisarios para reunir a las razas atacadas. En esta reunión los humanos planearon formar una Alianza entre los siete reinos humanos, los clanes enanos, gnomos y elfos nobles. Los elfos nobles estaban gobernados por Anasterian Caminante del Sol, y éste no tenía mucha intención de formar parte de esta Alianza ya que su única conexión real era con Anduin Lothar, descendiente de los Arathi, mientras que el resto, tanto humanos como enanos, se habían separado en diversos reinos por tensiones pasadas y eran una reminiscencia de las antiguas razas.
Pero la campala que llevaron a cabo los orcos en el norte, donde se aliaron con los trol también para recuperar su antiguo reino, hizo reaccionar al Concilio de Lunargenta. El enemigo llegaba a las fronteras de su reino y quemaba sus bosques, mataba a todo ser vivo que veían y a los elfos, además de corromper sus piedras rúnicas. Así que decidieron ayudar a la Alianza. Gracias a esta ayuda y a las tensiones internas de la Horda de los Orcos, se ganó la Segunda Guerra.
Tras el conflicto, algunos nobles recriminaron a los humanos por la mala gestión durante la quema de sus bosques a lo que el rey Terenas se defendió recriminando que sin su intervención Quel’Thalas habría sido arrasada. Pero esto no sirvió por lo que los elfos nobles abandonaron la Alianza. Pero no todos los elfos nobles la abandonaron, ya que algunos permanecieron siendo fieles como Alleria, que siguió comandando ejércitos cuando atravesaron el Portal Oscuro hacia Draenor, Vereesa, hermana de Alleria, también ayudando a la Alianza tras un incidente en Grim Batol, y los elfos nobles que pertenecían al Kirin Tor. Pero el Rey Anasterian no varió su posición.
Unos años más tarde, llegó La Plaga a Lordaeron. Atacó al reino de los humanos provocando su aniquilación. Los elfos no intervinieron en esta ocasión, pero al estar cerca de los lugares atacados, pronto recibieron noticias de que un ejército enorme se dirigía hacia su reino.Esta plaga estaba liderada por Arthas Menethil, y pretendían usar la Fuente del Sol para revivir a Kel’Thuzad e invocar a Archimonde en Azeroth y permitir así la invasión de la Legión Ardiente en Azeroth. Los elfos nobles se encontraron solos, ya que hicieron caso omiso a los avisos y no haber prestado ayuda a los antiguos aliados cuando lo necesitaron. Bajo el mando de la general Sylvanas, los arqueros y magos elfos plantaron cara al ejército de La Plaga en los bosques, pero fueron derrotados. Sylvanas fue capturada y convertida por Arthas en alma en pena, y obligaron a atacar a su propio pueblo asaltando Lunargenta.
Fue arrasada, los elfos fueron derrotados y la Fuente del Sol fue corrompida tras resucitar a Kel’Thuzad. La Plaga causó un genocidio y la población de los elfos nobles fue casi aniquilada. Sobrevivieron aquellos que no se encontraban en Quel’Thalas, como los magos de Dalaran o los magos que se encontraban con Lady Jaina en Theramore.
Pero Dalaran fue destruida también por Archimonde, recién invocado. Casi todos los Quel’dorei habían desaparecido.
Restos y excisiones
Los pocos elfos nobles que quedaron se unieron a la Alianza buscando protección. Otros estaban con Lady Jaina en Theramore donde incluso ocupaban dos de los siente altos cargos de gobierno de la ciudad-estado. Mantenían sus raíces y tradiciones aunque no todos eran capaces de soportar el peso de la adicción a la magia que se había acrecentado con la destrucción de la Fuente del Sol. Algunos volvieron a Quel’Thalas cuando vieron que la Alianza no podía sobrellevar su adicción. Los que conseguían dominarla tenían acceso a fuentes de poder arcano como las fuentes de energía mágica de las ciudades y que absorbían si se acercaban lo suficiente.
Otros luchaban en lo que quedaba de Lordaeron contra los muertos y consiguieron la aprobación de la Cruzada Escarlata.
También había otros que se quedaron en la Avanzada Quel’Danil y otros cerca de los trolls junto a la entrada de Zul’Aman.
Los que volvieron a Quel’Thalas por su adicción a la magia empezaron a llamarse a sí mismos Elfos de sangre y reconstruyeron Lunargenta bajo las órdenes del príncipe Kael’thas.
La gente de Kael’thas fue abandonada debido al comportamiento del capitán humano Garithos sin tropas ni poder para hacer frente a los peligros, por lo que se acabaron aliando con los naga para poder sobrevivir. Garithos sentenció este acto como alta traición y sentenció a Kael’thas y a su gente a muerte, en una prisión bajo lo que quedaba de Dalaran. Finalmente, con la ayuda de Lady Vashj, fueron rescatados y huyeron a Terrallende, donde se unieron con Illidan a cambio de fuentes mágicas para alimentarse de ellas. Los Elfos de sangre comenzaron a cazar demonios para robarles su poder. Se establecieron entre Terrallende y Quel’Thalas y llegaron a establecerse de nuevo demográficamente como antaño antes de la destrucción de Lunargenta. Pero los Elfos de sangre nunca aceptaron a los elfos nobles porque les consideraban unos traidores por su lealtad con la Alianza.
Así se empezaron a notar diferencias entre el mando de los Sin’dorei de Terrallende, aliados de Illidan, y los de Quel’Thalas que se aliaron con la Horda gracias a la mediación de Sylvanas, líder de los Renegados. Pese a haber combatido contra la Horda de Orcos y otras razas de Draenor y de confiar poco en los Orcos, el odio que los Elfos de sangre a la Alianza (especialmente contra los enanos y los humanos), aceptaron la unión con la Horda para que no volvieran a sentirse desprotegidos ante otro nuevo ataque.
Los Elfos de sangre de Kael’thas rompieron sus relaciones con Quel’Thalas y los Sin’dorei miraron con recelo el camino tomado por Kael’thas cuando se supo que había traicionado a Illidan y se había aliado con la Legión Ardiente. Pero no todos los Elfos de sangre estuvieron de acuerdo con esto, y dieron la espalda a su príncipe, uniéndose a los Sha’tar bajo la organización independiente de los Arúspices.
Actualidad
Los elfos nobles se encuentran sobre todo desperdigados por la sociedad humana. La idea de refundar alguna fuente de poder mágico está totalmente rechazada por la Alianza, especialmente por los elfos de la noche.
Podemos encontrarlos en Dalaran (Rasganorte), donde se encuentra el Pacto de Plata, facción de elfos nobles liderados por Vereesa Brisaveloz, que conviven enfrentados a los Elfos de sangre de la ciudad y que están supervisados por el Kirin Tor.
También podemos ver elfos nobles en las Tierras del Interior en la Avanzada Quel’Danil, donde tienen relaciones diplomáticas con miembros de la Alianza.
Tras derrotar a Kil’Jaeden, los Elfos de sangre purificaron la fuente del Sol gracias a la ayuda de la Ofensiva del Sol Devastado, con lo que se permitió compartir las energías del pozo con los Elfos nobles.
Creadora de Sombras en Azeroth, que nació para contar la historia de mi personaje dentro del maravilloso mundo de World of Warcraft, mostrando el sendero de una Bruja.