Ignorando la misión de Sargeras de deshacer sus incontables trabajos, los titanes siguieron moviéndose de mundo a mundo, dando forma y poniendo orden en cada uno como creían adecuado. A lo largo de su viaje se encontraron con un pequeño mundo al que sus habitantes llamarían, más adelante, Azeroth. Mientras los titanes se abrían paso por su paisaje primordial, se encontraron con un número de seres elementales hostiles. Estos elementales, que adoraban a una raza de seres infinitamente malvados conocidos como los dioses antiguos, juraron hacer retroceder a los titanes y mantener a su mundo libre del toque metálico de los invasores. El Panteón, preocupado por la inclinación hacia el mal de los dioses antiguos, luchó contra los elementales y sus oscuros amos. Los ejércitos de los dioses antiguos estaban liderados por los tenientes más poderosos de los elementales: Ragnaros el Señor de Fuego, Therazane la Madre Pétrea, Al’Akir el Señor del Viento y Neptulon el Cazamareas.